MICHEL ACOSTA PROVOCACIONES POP EN REDONDO
MICHEL ACOSTA: PROVOCACIONES POP EN REDONDO
El arte de Michel Acosta fluye sobre diversas superficies derramando signos y colores que cada vez se hacen más propios del artista. Él es de esos creadores intuitivos cuyo arte traduce el hedonismo de su perpetuo ir y venir entre la realidad y sus obsesiones. Sus mujeres sensuales, sus retratos seductores, sus iconos del arte reinterpretados…, siempre nos llegan con un tono provocador que insta al placer. Pero esto es mucho más serio de lo que parece, y así se evidencia en su más reciente trabajo.
Su nueva provocación se soporta en una serie de pinturas sobre mesas redondas, con lo cual la pieza sirve tanto a la contemplación, como a la utilidad. Tomar un café, sostener una conversación cómplice o consultar un texto en una de estas mesas únicas, le agregan a esos actos cotidianos un nuevo encanto y una re-significación. La iconografía que conforma la serie, resume las principales temáticas del artista: el retrato, la apropiación de iconos del arte y la figura femenina. Una sensualísima Marilyn Monroe en rosa; la vaporosa Amy Winehouse en tonos negros y dorados, una colorida Lamaar (cantante y amiga del artista); la niña de Banksy persiguiendo corazones, y la doradísima Banana, llevan a otro nivel su interés por dialogar perpetuamente con los resortes del consumo, permitiendo que la obra forme parte de enviroment y haciendo al usuario partícipe de los sentidos de la obra.
Su factura es siempre cuidada: la forma circular del tablero, hecho de madera y protegido con un barniz antirrayaduras, le da a la obra una sensación de movimiento y fluidez. Sus colores son llamativos, vibrantes, remiten a la festividad. Ubicarlo como artista Pop en la segunda mitad del siglo XXI no solo responde a los colores, los temas, o las formas en que relee a los clásicos de esta tendencia del siglo anterior: sino, y sobre todo, por la forma lúdica y desenfadada con las que articula en su quehacer las estrategias de seducción del consumo en la contemporaneidad – adaptando sus modos a cada contexto, y siempre desde esa comunicación clara con el espectador-, mientras veladamente hurga en la sociedad, en el bombardeo visual de las redes y en los tentaciones humanas que parecen permanentes.
Cuando Warhol y Oldenburg llevaron la visualidad del consumo a la de obra de arte, se dinamita ese puente entre diseño y arte que ya había sacudido Duchamp. Muchas veces el arte se ha puesto al servicio del diseño industrial, de la moda, o de convertir en aurático cualquier objeto trabajado por un artista. Es una línea fronteriza cuyo desdibujar se hace constante en la posmodernidad. Sin embargo, la actitud de Michel Acosta es más simple, más visceral, un antojo de esos que llegan al ímpetu del artista: apenas engalanar con su arte la mesa para completar la complacencia del café; pero esta acción termina por convertirse en serie, con piezas de gran fuerza, que trasgreden cualquier capricho primigenio y que ya ha abierto invitación a otros artistas.
Seducida por la tentación, la artista germano-japonesa, Keiko Tominaga, ha puesto en formato redondo un rostro de mujer, plano, de líneas definidas y tocado geométrico que sobre fondo de gestuales pincelas mira con profundos ojos turquesa. Un estilo diferente al de Michel: unos tonos y una técnica que contrastan con las gráficas del artista; pero compartiendo el mismo espíritu iconográfico y seductor de esta nueva provocación que incorpora nuevos sentidos al ritual de compartir sobre una, y que -de seguro-, llevará a más.
Onedys Calvo Noya
Máster en Historia del Arte. Curadora y crítico de arte.