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Los Retratos de Michel

Los Retratos de Michel

Popularización de la imaginería urbana y sus puentes con el arte pop más devoto

 

Cuando admiramos un buen retrato, lo primero que pudiera llamar nuestra atención es el mensaje que nos quiere trasmitir el retratado. Luego,  como por efecto de hipnosis reparamos en esos valores  artísticos comunicantes que son imprescindibles en la conformación de la infraestructura visual de la obra. Nos referimos a esos procederes técnicos y lingüísticos, que tratan de transcribir al soporte escogido esa copia perfecta de nosotros mismos, ese instante íntimo de nuestra identidad que deseamos perpetuar y que el artista, en acto reflexivo y de creatividad, pretende extender como verdad.

De esta manera, el retrato contemporáneo asumió una función de sustituto en la construcción del sujeto, la fabricación de un doble,  la mejor versión posible del reflejado al dar riendas sueltas a la expresividad del pintor, quien se ve motivado a armar reflexiones acerca de diferentes cuestiones   identitarias, psicológicas,  sexuales y  sociales no solo sobre el sujeto reflejado sino también del contexto mismo.

Roles y papeles…eso es el retrato. Si bien muchos coinciden que el retrato no es la verdad, podemos afirmar que es la más rotunda y absoluta verdad de un instante, en muchos sentidos es una teatralización del reflejado, un auténtico performance que queda plasmado visualmente. El ser humano es una pluralidad, no una singularidad que termina desempeñando numerosos papeles en la obra de su vida. Alguien puede desempeñar distintos roles y es que nuestra identidad está compuesta por distintos roles. En algún momento esto incluso puede generar una disonancia interior pues la persona se adapta dependiendo de su entorno y circunstancia.

Esta disonancia entre lo que somos y lo que ansiamos ser, es uno de los resortes ideoestéticos que sustentan la obra de Michel Acosta. De evidente filiación pop, se vale de esas parodias de nosotros mismos, de esa idealización de nuestro mundo para, personificar de manera provocadora e irreverente, todas nuestras aspiraciones e intereses  sobre un pedazo de lienzo.

Aunque el retrato pop del modelo vivo es uno de su mayores subterfugio expresivo, Acosta se nutre de una amplia variedad de temáticas y motivos de las grandes sociedades de consumo, de las ideas costumbres y aspiraciones del mundo contemporáneo así como de sus aspectos sociales y culturales. De esta manera,  enfoca su trabajo en otros aspectos del contexto moderno como “la representación y la manipulación de objetos de consumo, completos, fragmentados, o incluso simples frases…sacadas del escenario cotidiano” según sus propias palabras.

Si bien sus presupuestos manifiestan una evidente fidelidad con el más “conforme” arte pop como referente creativo, sus obras exploran otros terrenos discursivos al proponer la reflexión sobre el control que ejercen las industrias, los mass medias, las redes sociales o la publicidad; y al que por convicción o sugestión nos sometemos como manejados por la sociedad de consumo.

Con ello, Acosta Pérez no pretende la denuncia o la crítica al materialismo de nuestra época a la usanza del postulado pop,  sino que, motivados por los poderes de la sociedad de consumo, sus trabajos muestran un discurso que repara en los mecanismos ocultos de sugestión que mueven al mercado; la seducción que ejercen sobre nosotros objetos, estilos de vida, conductas y gusto estereotipos, detrás de los cuales intervienen todo un mundo de construcciones psicológicas, semióticas y tecnológicas que buscan conquistar al individuo.

Vivimos en la denominada época del consumo, donde se practica esta actividad como si de un deporte se tratara. Gracias a las nuevas tecnologías y plataformas de distribución, compramos permanentemente, todos los días, y en cualquier momento toda clase de objetos en aras de satisfacer nuestras necesidades, pero también nuestros sueños y ambiciones. Experimentamos en nuestra cotidianidad un comportamiento y una estética personal cada vez más cercana a las dictadas por los mass media.

Michel realiza una suerte de recontextualización de  productos y paradigmas del mercado moderno, empleando mensajes y significantes de  ese universo impersonal, los cuales mezcla con actos de la vida diaria, para crear una suerte de mundo paralelo entre lo virtual y lo cotidiano en el que va implícito,  además,  una alusión a esos elementos intangibles de nuestra sociedad, y que forman parte ineludible de lo que somos como individuo. Así,  en sus mensajes pictóricos están expresados de manera subliminal aspectos inmateriales como aspiraciones,  sueños, violencia, credos, sexo y otras formas de la conciencia social que signan y definen al sujeto contemporáneo.

Sus obras no solo incluyen retratos, sino además produce pinturas figurativas, por lo general, en las técnicas de collage y acrílico sobre soportes variados, también referentes a esa necesidad de consumo del sujeto; y la más reciente realización,  donde sus trabajos pictóricos interviene el interior de chaquetas de las famosa marca inglesa Scabal. Una edición exclusiva de trece diseños de chaquetas masculinas,  destinadas para ser ambientadas en sus interiores por obras originales del artista, impresas digitalmente con materiales también únicos para cada diseño del costoso textil. Con esta realización Acosta agrega otros contenidos extra-artísticos al valor de su obra, al pretender trascender esa condición elitista del arte que siempre contradijo el arte pop. La obra de arte es asumida como mercancía y sometida a objeto de consumo deseado por su valor de uso, característica en nada disonante con la cuerda pop.

Por el contrario de la representación retratista de ese estilo de la postguerra, los retratos de Michel no solo captan objetos, productos comerciales fabricados en serie, símbolos de la sociedad del momento; o  ídolos y celebridades de moda, sino también a hombres y mujeres  comunes  que conviven en su entorno,  pero que a su vez personifican no solo ese espíritu de nuestra colectividad moldeado por esos intereses que nos imponen los iconos mediáticos convertidos en figuras públicas.   Sus retratos en ese sentido, son el reflejo de una sociedad dominada por la imagen y la ilusión.

Michel no manifiesta predilección en cuanto al sufragio de los motivos que refleja en su obra. Posee una amplia gama en la representación respetando siempre el sentido y la estética pop. De esta manera, en sus composiciones se pondera al protagonista,  ya sea objeto o sujeto, que por lo general se encuentran compitiendo en igualdad de condición en el escenario pictórico. Vemos idealizados en sus pinturas y collages a personajes comunes en la misma métrica de comportamiento y actitudes, signados por el mismo ideal de belleza de aquellos que las guían. Todos concebidos como los mismos símbolos de “civilización”, todos regocijados en sus “quince minutos de fama”.

Siendo así, Marilyn Monroe, Mohamed Ali, Agelina Jolie, entre otras celebrities, comparten la misma noción de belleza y banalidad con aquellos personajes que inundan la vida personal del artista,  en una suerte de evocación moderna, apegada a la exposición de nuevos valores culturales,  al gusto por  lo banal, la provocación, la manipulación, el deseo; subyacentes en el modo de ver la vida del individuo actual. Todas sus figuras siempre en primer plano, transformadas por un mundo de sugestiones y pretensiones dictadas por la cultura popular urbana.

Con esa amplia variedad en la incorporación de personajes manifiestamente citadinos,  el artista hace una arte inclusivo, en el que asegura una iconografía donde pone de manifiesto el recurso pop de acercamiento del arte a la vida cotidiana, donde todos sus figuras, famosos o no, son tan culturales como el repertorio de afroditas, venus, adonis, apolos, vírgenes, santos, reyes y personalidades del siglo XVI.

La imaginería de Acosta es heterogénea, sí. De la misma forma en que lo es la fauna humana variopinta que habita la selva de concreto que son nuestras sociedades presentes.  Sus protagonistas,  tanto los famosos, los menos célebres como los extraídos por las redes sociales, revistas de modas y demás publicidades, constituyen una exaltación de un submundo tan natural como imperfecto pero en lo absoluto carente de sentido para nuestro contexto. Sus construcciones nos parecen tan familiares, tan usuales, que aseguran la legitimidad de ese cosmos tan corriente y superficial creado  que, a su vez, es copia fiel de la sociedad vigente.

Las pinturas de Acosta Pérez son de fuerte carga visual pero también de gran sentido conceptual. Su cromatismo maneja en muchas ocasiones la pureza cromática pop para reforzar esa rotundez expresiva y recalcar la contundencia del mensaje. Son recurrentes los rojos, fresas, malvas o azules en aquellas zonas del discurso visual que desea resaltar, dotando a la obra de impactantes, eficaces y provocadores imágenes. El color negro desempeña un papel esencial, conjugado con la expresividad casi estridente de ese cromatismo. El empleo de técnicas como el collage a base de publicaciones periódicas, forman parte esencial en la composición y de la alocución.

Michel Acosta es un artista que ha sabido moverse con ingenio dentro de los presupuestos del fundamento pop desde su graduación en los ´90 en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana. Como creador inquieto, se ha valido de una amplia gama de recursos técnicos y expresivos, orientados hacia la exaltación y reflexión del mundo de la publicidad, la  construcción de la imagen que se consume y su repercusión en la sociedad,  así como los mecanismos de seducción de estas herramientas sociales que influyen en nuestros estilos de vida.

Con cada nueva producción presentada se emplea a fondo en la selección escrupulosa y  aguda de  materiales y recursos lingüísticos, que redefinen su militancia de pop artist. Incluso la más formalista de sus creaciones no puede negar tal condición. Las técnicas y materiales puestas en función de ese mensaje. La pintura como hecho en sí, al decir de Warhol,  pierde ese sentido tradicional del arte por el arte para reforzar su contenido formal; ese momento de la creación en que, como aseverara Jasper Johns, “la obra ya no es una intención, sino un objeto”. Acosta aboga por ese principio en la meticulosidad técnica de los recursos que emplea en sus creaciones.

MsC. Odalis Belén Guillot

Santiago de Cuba, marzo de 2020

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